domingo, 9 de noviembre de 2014

ENCUENTROS LITERARIOS CON ANTONIO LUCAS

El pasado jueves 30 de octubre, alumnos de bachillerato, tanto de primero cómo de segundo, de los centros Amor de Dios, la Vaguada y la Milagrosa, tuvimos la oportunidad, gracias a la Biblioteca Pública de Zamora, de disfrutar de un encuentro con el poeta y periodista Antonio Lucas. Nacido en 1975, de origen madrileño, confiesa tener un vínculo afectivo con Zamora. Nos cuenta que gracias a unos grandes amigos, vivos y muertos, entre los que se cuenta el poeta Claudio Rodríguez descubrió los encantos de nuestras calles y nuestras iglesias. Autor del poemario Los desengaños, con el qué ha ganado el premio Loewe. Los poemas que se encuentran en él son reflejo de un desencanto social y amoroso. Lo primero que nos sorprende de él es su vitalidad, su cercanía y su alegría. La charla es amena, está plagada de bromas y de anécdotas que nos permiten conocer mejor a este autor.  A parte de conocer el vínculo con Zamora, podemos saber que le gusta salir de noche por los bares de Madrid, que fue amigo del poeta Claudio Rodríguez y otros tantos detalles que descubriréis a lo largo de esta crónica. 

“La poesía no tiene muchos lectores pero sí mucho prestigio.”

Con estas palabras abre el encuentro literario, a lo largo del cual nos muestra lo que la poesía es para él. Nos parece un auténtico apasionado de este arte, ya que parece quedarse corto con todo lo que dice para describirla: una forma de expresarse, aquello que le da fuerza ante las hostilidades, una forma de conocer la historia de un hombre o de un pueblo… Se reconoce como un lector apasionado, cualidad indispensable para ser un buen poeta, aunque confiesa que esto no siempre ha sido así: no fue hasta que tuvo trece años, cuando un buen día decidió abrir ‘La destrucción o el amor’ de Vicente Alexandre. En aquel instante le entró una gran fiebre lectora, aunque desde pequeño había estado vinculado a la poesía, arte que consiguió normalizar en su entorno a lo largo de su adolescencia y que venía de una infancia en la que su padre leía, a su hermana y a él, todas las noches un poco de poesía. Para él leer poesía le prepara para el mundo real y cotidiano, y escribir, le sirve para expresarse.

Para él, los poemas se sustentan en el recuerdo, y un buen lector de poesía debe saber captar su pálpito. No cree que los poemas tengan que encerrar un gran mensaje o paradoja, sino una pequeña historia en su interior. Los suyos surgen de su necesidad de escribir algo y nacen de alguna carencia personal. Revela que a veces “se le rebelan”, ya que no los estructura mentalmente. También afirma que leer o escribir un poema te lleva al encuentro con cosas que tú desconoces que sabes.

“Ser joven es hacerse más viejo más despacio” — Querella, Los desengaños.

También nos habla sobre su libro, Los desengaños, cuyos poemas siguen dos líneas: por un lado, algunos muestran el desencanto de un hombre frente al presente y su violencia emocional, sobre el desencanto social, el intento de rebelarse escribiendo; por otro lado, el desencanto amoroso, escrito a raíz de situaciones personales que ha tenido que vivir. Pese a esta temática tan gris, no describe su libro como un libro triste, sino sobre uno que triza el momento en que la vida de un hombre se vuelve gélida, y explica que lo escribió desde el vitalismo.

Nos lee en voz alta ocho de los poemas de su libro – ¡cuántas cosas sugiere un poema cuando se lee bien! – Trata en ellos temáticas muy variadas: la noche, el periodismo, las mujeres, la pareja, la reflexión, la juventud, la distancia, la sensación de estar fuera de sitio… Todos están cargados de un gran mensaje crítico – es un autor crítico hasta con la propia crítica existente en la actualidad española, pese a que reconoce que esta se ha portado bien con él. – y de referencias a su experiencia personal y sus formas de ver el mundo. Afirma que el mar es fantástico, que hay que huir de los idiotas y que vivir la vida merece la pena.

“Hay que huir de los idiotas, te roban el tiempo, como en Twitter.”

Periodista de la sección de cultura del diario “El Mundo”, no duda en hablarnos del mundo periodístico, del que siempre quiso formar parte. Le gusta la forma de trabajar en el periódico, con cierta libertad de horarios, pero al mismo tiempo con la presión del tiempo y de las fechas. Reconoce que el periodista recibe mucha, demasiada información, sobre la vida de la gente, y los poemas le sirven para liberarse de esa gran carga. No le gusta, sin embargo, mezclar periodismo y poesía: un poema periodístico sería frío, una mera estadística, mientras que un artículo periodístico nunca podría ser poético. Sin embargo, para él los dos mundos se alimentan, ya que el periodismo cultural debe ser, de todos modos, literario.

Respecto al aspecto de escritura, nos afirma que no empieza sus poemas con una estructuras sino que los escribe por una pulsión y tras escribirlos los interpreta un montón de veces. Aquí nos expone lo que una amigo suyo, Francisco Quines le dijo, “Antes que ser una gran poeta hay que intentar ser un gran lector”.  En cuanto a la inspiración nos cuenta que lo realmente importante en la escritura es la fijeza ya que esta se alimenta de las cosas que el escritor vive.

“Lo que te inspira y seduce es la vida”

Se toma en serio el escribir sobre cultura, pues considera que esta, y más en concreto la crítica, están muy relajadas en nuestro país, sobre el que es verdaderamente crítico y realista. Se queja de que la crítica esté sometida a los intereses de las grandes compañías, que quieren vender esto y lo otro, de la publicidad y de la mediocridad de los suplementos literarios, aunque conserva la esperanza en que, algún día, se produzcan mejoras.  Pero ahora, en este momento, la crítica esta, tal y cómo él nos cuenta, “epidémica”.

Este autor tan particular y cercano no duda en responder a nuestras preguntas sobre la inspiración, que encuentra en su propia vida y en el mundo; sobre la prosa, que reconoce que disfruta leyendo pero sería incapaz de escribir al sentirse limitado –de hecho intentó escribir cuentos pero no los llegó a terminar-; sobre las redes sociales, para las que se reconoce torpe y analógico…

“Twitter es una casa de porteras, es una pérdida de tiempo.”

El encuentro ha sido, sin lugar a dudas, una experiencia sensacional y enriquecedora, cultural y entretenida, que, en mayor o menor medida, nos ha acercado al mundo de la poesía y la cultura. Damos las gracias a nuestros profesores y a la Biblioteca por ofrecernos esta oportunidad.

María L. y Carmen R. - ECOSENRED@DOS

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